miércoles, 28 de diciembre de 2011

Tierra Media, quinta edad.

En la soledad de mi estudio, acompañado sólo de viejos escritos, meditaba a la luz de un pequeño candil de manufactura elfa, de luz suave, para no cegar, ni molestar a la vista en sus trabajos, decían sus creadores. Pero que yo, con mis humanos ojos, viejos y ya cansados, encontraba insuficiente para mis noches de trabajo. Noches que se hacían cada vez más largas y febriles. Aquello que me mantenía alejado de toda compañía y a lo que dedicaba mi tiempo y que robaba mis escasas hora de sueño había yacido en el fondo de una vieja torre oscura y húmeda, habitada según decían por un viejo mago allá en la época de la Guerra del Anillo. De no mucho antes debía datar aquel viejo volumen manuscrito. Fechado en referencia a un calendario hoy olvidado y escrito en lenguas antiguas y olvidadas. O casi olvidadas, ya que algunos de nosotros, viejos sabios encerrados en oscuros estudios aun sabemos como transcribirlas y leerlas.

Mi corazón se alegra al pensar que cuando yo muera, y eso será pronto, pocos querán ya que puedan leer esto y morirá conmigo lo que nunca debió ser descubierto. Estos escritos han ejercido en mi una influéncia negativa. Una adicción terrible e imposible de combatir me ha impulsado a dejar de lado mi vida y los pocos que aun quería, centrado en descifrar cada palabra del maldito tomo. Mi maltrecha salud, escasa antes de este trangulo llega hoy a su límite, hasta el punto de sentirme morir. Pero el peor cambio lo ha experimentado mi mente, cada vez que me siento a leer siento como la oscuridad se alarga como si tubiese tentáculos y el miedo me atenaza impidiendome levantar la vista a sabiendas de que allí, entre las sombras de mi despacho se agazapan los indescriptibles horrores insinuados en lasmviejas páginas. Por fin doy por concluida mi lectura, consciente de que mis dias se acaban y de que la cordura me ha dejado para siempre. Cierro el tomo y abandono por ultima vez mi despacho. En el escritorio, cerrado, esprero que para siempre, puede leerse en lengua negra: Anales de Mordor.



Joan Gregori Bagur.


JoanGre.
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